julio 22, 2013

Snuff - Chuck Palahniuk

Chuck Palahniuk es a los estadounidenses lo que Irvine Welsh es para los británicos: el mayor representante del “realismo sucio” (dirty realism) y el ícono más afamado de la literatura de la generación X. me atrevería a decir que ambos autores se encuentran entre los diez escritores vivos más influyentes en el mundo. Serna, Xavier Velasco y en menor medida Villoro han adoptado como propia la veta tremendista de ambos narradores, un estilo que ha traspasado al género de la novela y ha trascendido a las artes plásticas y, sobre todo, al cine. No es gratuita toda esa legión de admiradores frikis que analizan (disecciones, más bien) sus obras hasta lo enfermizo.

A pesar (o por ello mismo) de esta gran influencia que ha ejercido este tipo de narraciones “vulgares”, por adjetivarlas de forma simplista, la producción literaria de Chuck Palahniuk que siguió a su consagración con la grandiosa Fight Club (1996) ha ido en franco declive. Snuff (2008 en inglés; 2010 en español, con Mondadori), por ejemplo, parecería ser una síntesis de lo mejor y lo peor del estilo de Palahniuk. Es una novela breve que bien pudo ser un cuento.

Esta escueta novela cuenta cómo Cassie Wright, una actriz porno veterana y en decadencia, intenta terminar su carrera imponiendo un récord mundial de seiscientos actos sexuales ininterrumpidos y filmados; deseosos, pero sobre todo con motivos ocultos, los señores 72, 137 y el 600 esperan su turno y, en ese impasse, el lector conocerá en boca de ellos que tienen intenciones extrasexuales para estar ahí, incluida la erudita asistente de Cassie, Sheila.

Cada capítulo se alternan las narraciones en primera persona de los cuatro personajes principales (72, 137, 600 y Sheila). Abundan las páginas de relleno, como las que se solazan refiriendo anécdotas peculiares de actores porno reales e histriones de Hollywood. También es lentísimo el desarrollo de los eventos cuando la tensión narrativa, intuimos, ya no puede resistir más narración y se hace necesario llegar al clímax. Una gran virtud de la narrativa de Palahniuk es que por más predecibles que aparente ser sus resoluciones, o por más confiado que se siente el lector acerca del futuro de los personajes, sus historias siempre nos superan y al final nada es lo que creíamos que era. En Snuff no es la excepción Por ello, vale llegar hasta el inimaginable final.

Incluso con todo el lastre que arrastra la novela, Snuff es una buena forma de acercarse a la narrativa de Palahniuk para aquellos que aún no se han iniciado en su lectura con las reservas ya previstas y teniendo en mente que, en lo personal, creo que Snuff pudo haber sido un muy buen cuento. Si forzamos los argumentos, se podría argüir que la extensión era necesaria para conocer las distintas relaciones entre los personajes, sus caracteres y sus motivos por estar en espera. Algo falla, porque llega un punto en que pueden resultar insoportables las descripciones de las películas ficticias, aunque cómicos sean sus títulos (como Primera Zorra Mundial,  Segunda Zorra Mundial, Horizontes marranos, La corrida Da Vinci, El cartero siempre se corre dos veces, Los melones de la ira, El nabo de Oz, Poco ruido y muchas pollas, etcétera).

Como contrapeso, y es por lo que vale la pena leerla con espíritu de aprendiz, Palahniuk, al igual que Welsh ha hecho con su obra, no desaprovecha para criticar duramente a la sociedad norteamericana y, sobre todo, a ese sector que comercializa con el sexo: productores, actores, actrices y consumidores. Como es habitual en él, el estilo directo y crudo no es más que un espejo para reflejar a los más sórdidos seres de nuestra sociedad… créetelo. Este método contribuye a que a mitad de sus novelas aceptamos como normal sus trepidantes y agresivas narraciones, la escatología religiosa trasplantada a los rituales degradantes del hipercapitalismo. Muchos lectores, que no han sabido reconocer la semilla socrática de sus procedimientos, son incapaces de entrever detrás de sus repulsivos y provocadores textos un ímpetu por hacernos ver nuestra complicidad con lo que denuncia, en su mayoría, nuestra conformidad con la ética del tabú y las buenas maneras puritanas en contraste con la civilización hipersexualizada que por un lado condena el sexo y por el otro alienta su imaginería.


Antes de Snuff serviría como intro el cuento de culto “Tripas”, aunque advierto que en lecturas públicas algunas personas han terminado desmayadas, según versan las leyendas urbanas.  En síntesis, Snuff compendia lo mejor y lo peor del estilo de Palahniuk y podría servir como una buena lectura para iniciarse en el mundo siempre imprevisto, agresivo y corrosivo de este autor (sobre todo el final, grandioso) que, en definitiva, ha sido de los más influyentes en los últimos quince años.

 (22-julio-13)


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