diciembre 30, 2013

Los mejores libros del 2013

10. Loba, Verónica Murguía (SM)



Primera vez que el premio literario internacional Gran Angular lo obtiene un autor mexicano. Es una historia de fantasía épica que aborda, esencialmente, el rol de la mujer en un universo mágico gobernado por valores machistas. La autora se esfuerza al máximo por encontrar, no sé si con éxito, una resolución pacifista a su historia. Aunque la crítica la recibió de forma ambigua, la mayoría reconoce y resalta las virtudes de este magnífico libro. Es grato encontrarse con relatos inteligentes que refrescan la deprimente y mediocre producción de novelas juveniles que parecen ser transcripciones malas de guiones hechos en Hollywood. Sitio oficial




9. Cámara Gesell, Guillermo Saccomanno (Seix Barral)


Él es el escritor argentino emergente de los últimos años: ganó el Biblioteca Breve en el 2010 (con El oficinista) y este año obtuvo el Premio Hammett en España por esta novela, la cual ha sido objeto de innumerables elogios. En ella conjuga la crónica con el microrrelato (casi una página en promedio por episodio),  para hablar de la ciudad ficticia de La Villa, trasunto de Villa Gesell, en la que hierve el maltrato a menores, la violencia, la corrupción en la política municipal. Al acercarse la época alta de vacacionistas, los habitantes cierran la boca, asumen la complicidad de su sórdido entorno, con tal de mantener la falsa buena imagen ante los visitantes. Sitio oficial.




8. Matar al padre, Amélie Nothomb (Anagrama)

Aunque publicada en el 2011, no es hasta este año que Anagrama nos trae su traducción. Es una obra que advierte sobre la juventud actual, sobre el gris futuro que pende sobre esa generación, pero, ante todo, sobre nosotros, quienes seremos gobernados, cuando esos jóvenes crezcan, por ellos. Amélie nos cuenta la historia de Joe Whip, un joven de 14 años que vive con su madre y sus eventuales padrastros. Se genera una casi inmediata antipatía entre el joven y el más reciente amante de su madre, por lo que la progenitora le pide que se marche a cambio de mil dólares cada mes. Desde que tiene 8 años, Joe se refugia en la magia y decide dedicarse a ella confiado en que la mesada de mamá será suficiente para vivir, hasta que un día se encuentra con un hombre que lo manda con Normal Terence, el mejor mago de la ciudad. Esta novela, sin embargo, nos reserva su gran truco en la página final, donde conoceremos las verdaderas intenciones de Joe Whip. Sitio oficial.



7. Todo va bien, Socrates Adams (Pálido Fuego)


Es uno de los escritores jóvenes (nació en el 84, el muy maldito) más prometedores del Reino Unido. En su primera novela, claramente influida por Irvine Welsh y Tibor Fischer, Adams nos narra las desventuras de un vendedor fracasado de tubos de plásticos que debe lidiar con la explotación rutinaria, con un jefe insoportable y con la frustración de un sueldo mediocre, sujeto a metas e “incentivos”. Es una novela que mezcla la comedia con el pesimismo oficinesco de forma exquisita. Raro que las grandes editoriales hayan permitido que una pequeña, oscura casa de Málaga, los haya marginado de este talento. Sitio oficial.





6. Muerte súbita, Álvaro Enrigue (Anagrama)

Una novela devoradora y que se lee muy bien, heredera directa de la gran Terra Nostra del finado Carlos Fuentes, repasa, explora enérgicamente la historia de México, España y Europa. Quevedo y Caravaggio se retan al tenis en Roma, en 1599 (con una pelota hecha de cabellos humanos), para zanjar cuestiones de honor; el partido y la novela duran tres sets. El relato se duplica y narra cómo un mercenario francés roba las trenzas de la cabeza decapitada de Ana Bolena; cómo el papa Pío IV (padre de familia y aficionado al tenis) llena de hogueras Europa y América; cómo la Malinche le teje un tétrico escapulario a Hernán Cortés. En ella hay campo para una aventura histórica que se extiende al México barroco, con la caída de Tenochtitlán y la captura de Cuauhtémoc. Además, su arranque es un homenaje al espléndido inicio de Submundo, de Don DeLillo. Con este libro, Enrigue, un escritor dado por muerto en el panorama literario, se alzó con el 31 Premio Herralde de Novela 2013. Sitio oficial.


5. Ha vuelto, Timur Vermes (Seix Barral)

La ópera prima de Vermes entrega resultados difíciles de calificar: por un lado, su brillante y sencilla premisa nos seduce al instante: ¿qué pasaría si el Hitler de 1945 regresara de la muerte a nuestro tiempo? Dar voz narrativa a este Hitler, inmerso en el mundo de las comunicaciones globales, en una Alemania posguerra fría, indiferente, con una historia inundada con referencias precisas, con lujo de detalles biográficos, es una proeza. Sin embargo, por otro lado, personalmente pienso que Vermes se engolosina con su descubrimiento literario y, al final, no sabe qué hacer con él. Es una novela cómica, corrosiva, irónica y crítica con la política actual de la corrección y la tolerancia universal. Vermes, por más errores formales que ostente su novela, dota a su Hitler de verosimilitud a través del manejo e incrustación precisa de datos añejos, de sus manías, odios e ideales. Sitio oficial.


4.   Bloody Miami, Tom Wolfe (Anagrama)


Es una novela desmesurada, al puro estilo periodístico del grandioso Tom Wolfe. En 700 páginas, Wolfe nos entrega la radiografía de un Miami tomado por asalto por los hipanos, específicamente por los cubanos: un crisol de etnias en conflicto. Una ciudad donde los que ejercen el poder son políticos cubanos, policías negros, mafiosos rusos o marginales haitianos y donde no hay nada más raro que un wasp —blanco anglosajón protestante— como el que abre la historia. Aunque la crítica la ha recibido con dudas, sobre todo por la excesiva parafernalia técnica propia de Wolfe que ya denota cansancio de estilo, es sin duda una obra capital que nos acerca a los bajos fondos de un Miami sórdido, donde los latinos, en una generación, se han apropiado de los espacios tradicionales. Con esa mirada entre trágica y cómica, Wolfe nos lleva desde las barriadas hasta las grandes mansiones de millonarios obsesionados con el sexo y el dinero. Una obra, pues, infaltable en este 2013. Sitio oficial.


3. Operación Dulce, Ian McEwan (Anagrama)

Historia de espías, de escritores, de engaños, de amor y, también, del compromiso ideológico de las novelas. Se ubica en la Inglaterra de los años setenta, en el auge de la Guerra Fría. Serena Frome es reclutada en Cambridge por el MI5 con el fin de crear una fundación para ayudar a novelistas prometedores, pero cuyo verdadero propósito es generar propaganda anticomunista. Se enamorará del joven y brillante escritor Tom Haley, por quien se debatirá entre el engaño o confesarle la verdad sobre la operación que encabeza. McEwan regresa al manejo magistral de la psicología y a las trepidantes tramas, después de su fallida incursión en el mundo de la ciencia con su farragosa novela Solar. Es un gusto tener de vuelta al gran McEwan, ya un inmortal de las letras inglesas. Sitio oficial



2. 14, Jean Echenoz (Anagrama)

Como ya lo apunté en mi reseña, 14 es una novela muy breve que destaca por su lúcida prosa, exacta, sin más ni menos. Echenoz es un gran relator, un maestro de cómo el lenguaje, manejado de forma eficaz, produce historias significativas.  No me cansaré de poner énfasis en la forma en que Echenoz nos va llevando, desde el uso inteligentísimo y sutil de la ironía, a las inmediaciones de la masacre. En 14, nos narra cómo es que un grupo de amigos se enlista para entrar en combate, en una reyerta que, ingenuos, piensan que durará poco. Para ellos, es más bien un viaje vacacional que deben aprovechar. La realidad es muy distinta: están a punto de entrar al siglo XX, marcado por las masacres bélicas. Y es que fue la Primera Guerra Mundial la madre de todas las batallas por venir en ese siglo tan beligerante y, por si fuera poco, la que introdujo la tecnología de los bombardeos, de la aviación, de los campos minados, de los gases químicos letales, de las metralletas y obuses. Toda una oda a la carnicería. Echenoz retrata a aquellos personajes del siglo XIX, casi bucólicos, descendiendo al infierno que empezó en agosto de 1914. Sitio oficial.


1. Canadá, Richard Ford (Anagrama)

2013 fue el año de la vieja escuela: al retorno de Tom Wolfe e Ian McEwan se suma el del siempre clásico Richard Ford. Con una narración extraordinaria, Ford rinde homenaje a la tradición literaria norteamericana, que va desde Las aventuras de Huckleberry Finn de Mark Twain, los cuentos de Nick Adams de Ernest Hemingway, pasando por Matar un ruiseñor de Harper Lee, hasta al inmenso Guardián entre el centeno de J. D. Salinger. Pero su fuente primigenia, sin temor a equivocarme, es la prosa exquisita de Dickens. Ford cuenta que la novela nació como un reto propuesto por Raymond Carver (se trataba de incorporar la palabra “Canadá” en el título). Y es que Ford nos lleva, a través de la huida involuntaria de Dell Parsons (narrador de este inmenso recorrido), hacia Canadá, desde el estado de Montana y sus pequeños pueblos, sus grandes llanuras, hasta llegar a Saskatchewan, solo para descubrir que la vida es durísima y que la soledad nos va destilando como seres humanos. Ford es eficaz, inmenso, preciso: ha creado una obra que entrará entre las más destacadas del siglo XXI. Y pues les dejo el primer párrafo, tan contundente y redondo como pocos: «Primero contaré lo del atraco que cometieron nuestros padres. Y luego lo de los asesinatos, que vinieron después. El atraco es la parte más importante, ya que nos puso a mi hermana y a mí en la senda que acabarían tomando nuestras vidas. Nada tendría sentido si no contase esto antes que nada». Sitio oficial.



EXTRAS


Personalmente encuentro que la peor novela del 2013 se la lleva, y por mucho, la terrible La verdad sobre el caso Harry Quebert, del joven Jöel Dicker. Alfaguara ha orquestado una agresiva campaña para potenciar el prestigio (nulo, para mí) del escritor suizo y así vender, como una obra maestra, un libro basura que está repleto de clichés, de una pésima redacción, de una débil construcción de personajes y de situaciones inverosímiles. El trofeo se lo lleva el tal Luther Caleb, uno de los personajes más ridículos que he visto en mi vida de lector. Incomprensible que este libro haya recibido muchísimos premios, aunque también revela el bajísimo nivel de exigencia de los lectores que, al parecer, poco a poco se van acostumbrando a tomar como una obra cumbre, clásico instantáneo, lo que las editoriales imponen como una moda: libros sin ningún tipo de profundidad.



La decepción del año se la lleva Haruki Murakami, con su insostenible Los años de peregrinación del chico sin color (Tusquets), novela que es un compendio de los mayores defectos del escritor nipón. Vemos a un Murakami fuera de forma, acaso cansado y tedioso. Esta obra pone énfasis en las clásicas obsesiones del autor, como la soledad, el sueño y la irrealidad, pero sin añadir nada, como una fórmula que deja entrever grotescamente las costuras de la trama. Es una novela insustancial que fue publicada sencillamente para lucrar con el nombre del autor, que vaya que vende muy bien en donde sea. Es, pues, una novela fallida, de lo peor de Murakami, que, además, peca de pretenciosa utilizando abusivamente los lugares comunes. Sospecho que nos quisieron colar una historia de superación maquillada como una obra intelectualísima, nomás porque hay música clásica y referencias pobremente freudianas. 

 (30-dic-13)


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