En 2008, la casa
editorial Reservoir Books nos trajo la traducción de la primera novela de
Austin Grossman, recibida con gran desconfianza por la crítica debido a que el
autor es desarrollador de videojuegos. El año pasado, se publicó You: A Novel, su segunda novela. Muy pronto seré invencible es
clasificada dentro de la nueva corriente de la narrativa norteamericana, aquella
que privilegia asuntos fantásticos en entornos urbanos realistas, como las
ficciones de Joe Hill, Patrick Ness o incluso su hermano gemelo, Lev Grossman. Cabría
explicar que a esta corriente más bien la constituyen libros pensados para su
adaptación cinematográfica, de forma deliberada. Es así que obtenemos novelas
sumamente visuales, que si bien no desdeñan el lenguaje en la que están escritas,
o el idioma más bien, sí es apreciable que manejan un código estándar y muchísimas
referencias de la cultura pop.
Muy
pronto seré invencible está narrada desde dos puntos de
vista que se van alternando. Por un lado, el supervillano, el Doctor Imposible,
el científico más inteligente del mundo, permanece en una cárcel federal
especialmente diseñada para él. Como cuenta la contraportada, el Doctor
Imposible ha tratado de dominar el planeta con ataques nucleares, con rayos de
control mental de las masas, con ejércitos de robots, de insectos, de
dinosaurios, de hongos y de peces, incluso ha viajado en el tiempo para cambiar el curso de la historia pero sin
ningún resultado favorable. Víctima de Fuego Esencial, su némesis jurado, el
Doctor Imposible prepara un plan para, en definitiva, acabar con los
superhéroes y conquistar la civilización de una buena vez por todas.
Por el otro lado,
Fatale, una joven cíborg que tiene una memoria fragmentaria, es invitada a
conformar el nuevo equipo de superhéroes (los Campeones) para afrontar la
misteriosa desaparición de Fuego Esencial, el modelo perfecto del superhéroe,
alter ego, pues, de Superman. La mayoría de los componentes del grupo tienen su
doble perfectamente identificable: Lily (Mujer Invisible), Salvaje (el doble de
Bestia de los X-Men), Míster Místico
(Dr. Strange), Damisela (Mujer Maravilla) y Lobo Negro (Batman), mientras que Fatale,
la coprotagonista, Elfina y Triunfo del Arco Iris no pude relacionarlos con
algún personaje preexistente. Fatale, a lo largo de los capítulos que nos
narra, nos muestra la vida cotidiana de sus compañeros en un afán de
desmitificarlos, pero que solo queda como un esfuerzo lleno de buenas
intenciones.
Grossman, enamorado de
su pequeño universo plagado de seres especiales, falla al intentar mostrarnos
una faz distinta del mundo de los cómics, más cruda y chusca. Tiene poquísimas
similitudes con la canónica novela gráfica Watchmen,
de Alan Moore, y con la titánica novela Las
asombrosas aventuras de Kavalier y Clay, de Michael Chabon (ganadora del
Pulitzer en el 2001), para mí la única y
gran novela de superhéroes con la que se tendrían que medir las demás ficciones
que aborden este tema. Así, en Muy pronto
seré invencible mayormente nos acercamos a los clichés del supervillano
obsesionado con el dominio mundial, con sus planes estrambóticos, con su origen
de perdedor, con sus castillos surreales y fortalezas de cristal construidas en
islas desiertas. También acudimos al mundo de los héroes, casi deíficos, con
clanes que incluso han abandonado el planeta para vivir en otros sistemas
solares.
Intuyo, sin embargo,
que Grossman no quería acercarse demasiado al realismo de un Alan Moore, aunque
traslapa ideas ya contenidas en Watchmen,
como la intervención del gobierno, la historia de los superhéroes en el
contexto de la Segunda Guerra Mundial y en la Guerra Fría, y su insistencia en
el retrato cotidiano. El autor no va más allá de datos históricos y se queda,
mejor, en el kitsch del cómic
tradicional: viajes en el tiempo para cambiar el rumbo de la humanidad,
invasiones alienígenas, arquetipos del villano y su eterno némesis.
Engolosinado, Grossman detalla excesivamente el origen de sus personajes, lo
cual hace tediosa en momentos la lectura, sobre todo cuando el final de la
aventura oscila entre el respeto al canon o la vuelta de tuerca, a pesar de que
el autor, al parecer indeciso entre ambas posibilidades, deja la resolución en
manos de un deus ex machina bastante
cuestionable. Es una novela que entusiasmará a los amantes de este género, y
que les regalará momentos excepcionales (la descripción de la isla es de lo
mejor), pero que puede desesperar a los no tan imbuidos en este tipo de
narraciones y, de paso, decepcionar a los que esperan una novela de misterio,
aunque por momentos lo parezca, pues Grossman decide abandonar esta potencialidad
en el mismo clímax de la historia.
Hugo Medina (24-julio-2014)